Perderte de vista

Ariadna Rodríguez e Iñaki Álvarez (Nyamnyam) me contaron un día que estaban grabando una película sobre unas vacas que pastan arriba de una montaña, libres, que harían una exposición del proyecto en el Museo de la Garrotxa y que les gustaría mucho que les hiciera un texto. Un texto que fuese como un horizonte. Yo me fui hasta lo alto de una de esas montañas y desde allí observé bien el horizonte para ver si me inspiraba. Me pasó que empecé a oír que el horizonte era una voz y que podía leerla. La transcribí toda e Iñaki tuvo la fantástica idea de transportarla horizontalmente a la sala de exposiciones donde él y Ariadna mostraban su proyecto, que acabó llamándose «Desenfocar la anécdota».

La voz del horizonte empezaba diciendo que

«si dais vueltas y vueltas y tantas vueltas que os mareáis, entonces, cuando os paráis, nosotros subimos y bajamos delante de vosotros a un ritmo rápido, al principio, que poco a poco se va frenando y acabamos volviendo a estar en un único lugar, donde de normal siempre nos encontráis y nos olvidáis. Nuestra historia empezó cuando se filtró una porción del espectro electromagnético por las córneas calcáreas del primer ser vidente del planeta. millones de años, un trilobito había desarrollado un par de ojos; los más antiguos que los humanos han sabido encontrar en el reino de los fósiles marinos. En el interior de los glóbulos oculares de aquellos animalitos que tanto vivieron en las profundidades marina, como en las zonas más costeras, mi antepasado existió, dice nuestra leyenda, en forma de rayos de luz y estallidos de color.»

Sigue leyendo el texto aquí (en catalán).