Performance

En 2018 hice una performance que se llamaba La Performance, en el Centro de Arte Maristany, de Sant Cugat del Vallès. Yo encarnaba el espíritu de una performance que no era como las típicas. Estaba tipa de actuaciones dramáticas llenas de sangre y muchos sentimientos. Le hacía pereza cansarse y quería que los espectadores hicieran más cosas, no solo miraran. Así que La Performance era un personaje manipulador del espectáculo, que a través de actas muy sutiles conseguía pasar desapercibida y distraer la gente dando-los- órdenes sobre cosas que tenían que hacer para poder preparar la performance.

Cuando Ana Palomo, del grupo de investigación GETLIHC, de la UVic, me invitó a pensar una performance para el I Simposio Internacional: Género, Arte y Literatura Digital, me pasó la propuesta de programa y vi que en el lugar donde yo tenía que hacer algo ponía, de título del que yo haría, «Performance». Esto me recordó a La Performance del 2018 y decidí recuperar aquel personaje seis años después. En la actualidad, si la performance era perezosa, podía servirse de herramientas de inteligencia artificial porque estas decidieran qué tenía que pasar y casi lo hicieran todo.

Así pues, basándome en el perfil de Instagram de Nicola Jane Hobbs, que reivindica la figura de la mujer relajada, y en la idea del artista y poeta Eugenio Tisselli, sobre la función de las inteligencias artificiales para hacer todo el trabajo y nosotros, las artistas, por fin, podernos dedicar a descansar, creé un ambiente de relax para poder estar muy tranquila dedicándome a pedir al Chat GPT que me diseñara la performance y a la gente del público que hiciera algunas cositas.